miércoles, 3 de febrero de 2016

USA: it's not a movie, or is it?



Welcome to Atlanta & Miami!

Desde el primer día se puede ver cómo el "American Dream" inunda todos los rincones y es sorprendente la similitud entre la vida real y las películas.




Similitudes con Películas

Los estereotipos de los personajes de cualquier serie de TV o película de Hollywood están perfectamente logrados. 

Obviamente no pude sacar fotos, pero dejo algunos ejemplos ilustrados:
  • El oficial de inmigración en Atlanta
    Un afroamericano enorme de apellido Shannon me recibe y hace las preguntas habituales de inmigración. ¿Se acuerdan del Sargento Al Powell en Die Hard? Bueno, era igual.

  • El Control de Equipaje
    Todavía en Atlanta, el control de rayos estaba a cargo de un grupo de mujeres, que me recordó la película "Dude, where's my car"...

    Hasta que se pusieron a cantar, literalmente, para recordarle a una mujer que se sacara los zapatos: "maa'aaam, taaaaake out your shoooooeeeeeeees"

  • La Clase Media Trabajadora
    Ya caminando por Miami, nos encontramos con la "clase media trabajadora", representada por algunos camioneros y obreros de construcción, que pude ver así (no porque ensucian, sino por las ropas y cortes de pelo):
Sólo quise hacer estas analogías generales de USA a modo de anécdota y no voy a detallar los personajes típicos de Miami (que se podría hacer fácilmente marcando los rasgos de ascendencia latino americana).

Actitudes de Película

El punto al cual me quiero referir es que así como he visto personajes que me recuerdan a películas, también he visto las actitudes que se muestran en las películas.

Lo anterior no es ningún descubrimiento. Es obvio que se representa a la sociedad como se ve y cómo se comporta. Sin embargo, lamento que algunas conductas se hayan inculcado como si fueran valores cuando en realidad no lo son.

En el resto del post, quiero describir algunos de esos antivalores que he visto

Flashback de Referencia (Spoiler Alert para la película Burnt) 

Nuestro viaje de llegada a Atlanta duró 22 horas desde Hong Kong, con una escala en el aeropuerto Narita en Tokio, lo que me dio tiempo para ver varias películas. 
Entre ellas, ví Burnt, uno de los últimos films de Bradley Cooper, que representa al mejor chef del mundo, quien se rehabilita de las drogas y decide abrir el mejor restaurant de mundo. 
Todas las escenas de cocina son las luchas de poder que seguramente han sido vistas en los Master Chef's del mundo o en los programas de Gordon Ramsey, donde el más bacán es el que grita más fuerte. 
Estas conductas recuerdan más a un instructor de ejército que a una persona que trabaja en equipo en una cocina.

El problema radica justamente en que se muestra como valor una conducta de liderazgo que hoy está obsoleta, pero como la cocina está más de moda que la guerra, se cambia el escenario y se mantiene la escena. 
Y agrego esto: ¡justamente en la cocina! La cocina es como la música. Es un ambiente ideal para la colaboración porque no se necesita competencia entre los miembros del equipo para obtener un resultado magnífico. 
Al contrario, sólo se requiere comunicación, acuerdo y colaboración. Si bien es bueno definir un líder validado por el grupo que tome una determinación cuando corresponda, es posible lograr un trabajo armónico considerando las opiniones de los integrantes del grupo. 
Uno querría pensar que justamente se quiere mostrar este comportamiento como algo negativo, sin embargo nada indica eso. 
Al final se hace lo que el protagonista quiere, su restaurant es el mejor de mundo y se queda con la chica bonita: the American Dream (esta vez ambientado en Londres).

El día a día en USA

Así, desde que llegamos hemos visto repetirse la actitud de "yo mando aquí y se hace lo que yo digo", tenga o no tenga la autoridad. Algunos ejemplos:

"No te he autorizado a avanzar"
Las filas en el control de inmigración están sobre pobladas de personas que guían a los pasajeros, lo que es bueno porque así uno no se pierde. 
En casi todo el mundo (menos en Chile donde utilizan ejemplificadoramente la teoría de colas reduciendo el tiempo promedio de espera), las personas hacen una fila única y luego se reparten varias filas frente a las casetas según cada uno crea que avanzará más rápido. 
En Atlanta iba, adelante mío en la fila, un japonés. Cuando llegó a la separación entre la fila única y las filas en cada caseta, uno de estos gringos que guían dice: "Wait here". El gringo se da media vuelta y camina un par de pasos. 
Como las filas empezaron a avanzar, el japonés se movió y se puso en la fila más corta. 
Cuando el gringo se da cuenta, lo hace devolverse y le dice (en inglés): "No lo he autorizado a moverse a esa fila". No pasaron 30 segundos y le dijo: "Muévase a esa fila". La misma a la cual el japonés se había dirigido antes.

Subiendo al bus
En un paradero de Miami acaba de llevar el autobús que nos llevaría a South Beach. 
Cuando llegó comenzó a bajarse mucha gente por la puerta delantera porque las puertas posteriores no se abrieron. 
Como había mucha gente que quería subir, las personas se pegaron a la puerta del bus y se produjeron los siguientes monólogos entre los involucrados:
  • "¡Tienen que bajarse por la puerta trasera!"
  • "Tienen que dejarnos bajar antes de entrar"
  • "Tiene que esperar que se baje la gente, todos vamos a subir al bus de todas formas"
Lo que me llamó la atención es que las personas se irritaron rápidamente y todos daban instrucciones respecto a lo que tenía que hacer el resto. 
Supongo que parte de la irritación es porque no hacían lo que cada uno pensaba correcto y también porque no les hacían caso. 
Para mí era lo mismo que la película: todos quieren tener la autoridad, todos quieren decir "aquí mando yo". Pasa en las películas, pasa en la vida real. 

Ejemplos como los anteriores se ven a menudo. Pueden ser más fugaces o en menor escala, pero es fácil ver aquí cómo las personas se irritan cuando una acción de otra persona no les parece bien.

El que no manda se irrita y como es el país de la propaganda de la libertad, cada uno hace lo quiere. O sea, todos enojados o enojables. 

El cambio debe venir en dejar de ver ese control sobre la otra persona como un valor. Así se acabará la fuente de esta ira.

La época de manipular al otro con instrucciones terminó. La convivencia sana está basada en la comunicación para lograr acuerdos, no para que uno imponga cómo debe comportarse el otro.

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