miércoles, 1 de julio de 2015

Foz de Iguazú y sus Cataratas



Llegamos al aeropuerto de Foz de Iguazú desde Lima. El aeropuerto es pequeño y dada la proximidad con las ciudades Puerto Iguazú (en Argentina) y Ciudad del Este (en Paraguay), casi todos hablan o al menos entienden castellano. Esto es un buen comienzo para ir soltando el portuñol oxidado.


Desde el aeropuerto es muy fácil llegar a la ciudad en forma barata. Hay un autobus que pasa cada 30 minutos y cobra 3 reales por persona. Este es el mismo autobús que te lleva a las Cataratas de Iguazú, que están un poco más alejadas de la ciudad que el aeropuerto. La ruta de este autobus es: Foz de Iguazú - aeropuerto Foz de Iguazú - Cataratas - aeropuerto Foz de Iguazú - Foz de Iguazú.

Nosotros nos alojamos en Iguazú Central Bed & Breakfast, cerca del terminal de autobuses. No es un hostal de fiesta (el Che Lagarto está cruzando la calle), sino que es más tranquilo pero con muchas comodidades (buen WiFi, limpieza diaria, buen desayuno, salón con TV y cable) y la impecable predisposición de Nilton, el anfitrión, para ayudar.

Un nuevo día de enamorados

Tuvimos la suerte que justo el día que llegamos, 12 de Junio, en Brasil se celebra el día de los enamorados. Nos contaron que en Iguazú también celebran el 14 de Febrero, pero sólo porque es turístico, en Río de Janeiro, por ejemplo, sólo es el 12 de Junio.

Lo bueno fue que por lo anterior, todas las tiendas, restaurantes y publicidades estaba ambientado románticamente. Lo malo es que había que hacer reservas para salir a comer a los restaurantes más famosos, pero no fue mucho problema: fuimos a uno y reservamos para 2 horas más, nos fuimos a duchar y volvimos.

Comimos en el Búfalo Branco. Buenísimo. En serio, hasta el vino brasilero que pedimos estaba bueno. Buffet de ensaladas, comidas, sushi, carnes na espada y también incluía buffet de postre. Sólo porque estábamos bien vestidos no me desabroché el botón del pantalón. Como soy tímido, no pude decir "no" a los garzones que tan gentilmente ofrecían los cortes de carne. El valor era de aproximadamente 60 reales (US$20) por persona, y otros 50 reales el vino.

Las Cataratas

Al día siguiente fuimos al lado brasilero de las Cataratas de Iguazú. Este es el lado que tiene las mejores vistas de la inmensa y descomunal caídas de agua. Al lado argentino no fuimos porque nos llovió como si tiraran el agua con balde. Para el que le interesa, dicen que es un buen paseo tipo trecking que dura todo el día.

El lugar de las cataratas está muy bien preparado. Después de pagar la entrada, de unos US$30 por persona, un bus te acerca a las cataratas. El camino tiene algunas paradas para las personas que quieran hacer tours adicionales (pagados aparte). Una vez que el bus te deja cerca de las cataratas, se hace una caminata de 20 minutos donde se puede disfrutar viendo la fauna, desde mariposas a manatíes, pasando por hormigas gigantes y arañas intimidantes.


Personalmente me sentí insignificante frente a las cataratas. No porque sean muy grandes, no me pareció una caída de agua TAN alta. Lo que pensé es en los millones de años que han pasado y el agua no ha podido erosionar la cascada, lo que permite que esta caída de agua siga existiendo. ¿Cuántos años tienen que pasar para que no exista más la cascada? Seguro será después que no estén las generaciones que nos recuerden.

¿Será que estas experiencias hacen que uno se sienta más cerca de Dios? Parece que sí. Quedó demostrado en esta otra foto que les dejo. Es muy rara porque, cuando enfocamos a las cataratas... ¡no había nadie frente a la cámara! (not)

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