lunes, 20 de julio de 2015

Disfruta pasear por Paraty



Después de conocer Ilha Grande, tomamos una embarcación a Angra dos Reis y de ahí un autobús Colitour, que por R$11 no dejó en el terminal de Paraty en un poco más de 1 hora.

Dejamos las maletas en el hostal y fuimos a caminar por el centro histórico. No había hecho la tarea y no tenía idea qué esperar de este pueblo, así que me sorprendí y me gustó mucho.

Paraty tiene gracia, ambiente, encanto, alegría y tranquilidad. Voy a jugar a ser John Nash y, ahora que he recorrido un poco más, tratar de descifrar el patrón que vuelve a esta ciudad tan agradable.

La parte bonita es principalmente el centro histórico (o casco antiguo), que se caracteriza por tener todas sus casitas de uno o dos pisos pintadas de blanco pero las puertas, ventanas y sus respectivos marcos pintados con colores vivos.

Los colores de casas, eso que parece tan simple, determina el atractivo turístico de las ciudades. Es cosas de mirar ejemplos: las casas en islas griegas son blancas con marcos y puertas azules; en Cinque Terre, blancas con marcos verdes; en Chefchaouen, todo azul; en Burano, casas de colores, marcos blancos y puertas y ventanas verdes. En resumen, evitar casas grises porque nadie dice "que lindo el color del hormigón".

Además de los colores, es importante evitar que se vean los cables. No es necesario hacer una súper inversión y volver a hacer la ciudad para que sean subterráneos. Basta con que estén pegados a las casas, pasando de una a la otra, pero el secreto está en que los pinten del mismo color de la casa. Shazam!

Otra característica importante es que está ubicado en la costa. Tiene un agradable pequeño paseo marítimo donde se ve una calmada entrada del Atlántico con su muelle y embarcaciones, también de vivos colores. Analizo esto y veo que se desprenden dos líneas: no seré el primero en descubrir que el ser humano disfruta contemplando el mar. Nos relaja, es así. Quizás es porque sólo está el mar y podemos descansar la vista.

La segunda línea y tal vez es la consecuencia de la anterior, es que al estar junto al mar se respira un aire limpio. Obviamente, si hay agua en vez de haber urbanizaciones, no contaminan, corre viento y tenemos un linda vista y aire puro.

Más encima, tuvimos la  suerte de ir justo al día siguiente en que había llovido mucho. Esto provocó que algunas calles estuvieran inundadas de agua, impidiendo que se pueda caminar pero dando un paisaje similar al de un canal de agua.

Para mantener la pureza del ambiente, en esta zona los autos están restringidos. Si bien las calles son anchas, sólo pueden circular por algunas calles, haciendo que el paseo sea principalmente peatonal. De esta forma se disfruta el paseo de la vieja escuela, caminando.

Y hay que caminar despacio, porque las calles están construidas con piedras bastante salidas (no niveladas) lo que hace difícil andar en bicicleta y casi imposible para las mujeres usar tacos. Entonces qué ocurre: todos obligados a estar con calzados cómodos, caminando lento (para evitar doblarse el tobillo), mirando a las otras personas pasar, con mucho espacio y sentándose a mirar el paisaje.

También hay que mirar hacia el interior de las casas a través de las ventanas. Supongo que por el calor están habitualmente abiertas, así que tienen unos espanta intrusos bien particulares. Parece que están por todo Brasil, pero aquí es donde más los ví. Se trata de unas figuras de yeso que se apoyan sobre las ventanas. Muy simpáticas. La foto me la robé de este blog: www.chetoba.com.ar

Como pasear da hambre, las calles de Paraty están llenas de restaurantes y cafeterías. No recuerdo que la comida haya sido muy típica brasilera, sino más bien internacional. No faltaban las pastas, pizza, ensaladas, y algunos platos típicos con camarones, farofa, arroz y porotos negros.

Finalmente, para que esta ciudad pueda sobrevivir con el turismo, además de los restaurantes se necesitan tiendas. Ropa, artesanías, souvenirs, para todos los gustos y precios. Será por la construcción de las casas y las calles anchas, pero la fiebre de comprar me pareció menos invasiva que en otras ciudades que hemos conocido en este viaje.






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